Mourinho y las traiciones

Jinks

V.I.P.


por Emilio García Carrasco

Mou, ya lo siente. Mou, ya lo sabe. Es más, probablemente, hasta lo esperaba, pero no tan pronto, seguro. El régimen está cambiando, y para disparate del Real Madrid y el madridismo, está cambiando no porque ya se hayan hartado de la nefasta imagen que proyecta su entrenador, en todo el mundo, con caprichos de niño muy maleducado, agresivo y demagogo, sino porque ha perdido un partido con el equipo de menor presupuesto de la Liga española, y ha empatado a cero, con otro que luchará por la permanencia, sin haber creado una sola ocasión de gol.

Sí, ya sé que al Rayo le cayeron seis y que Florentino Pérez le ha defendido con veneración en la Asamblea de Socios, pero el régimen está cambiando y a Mourinho se le mira de otra forma, paradójicamente, por las grietas más que evidentes que ya existen en lo que, se supone, eran sus grandes fortalezas.

Hacer bandera del ganar por ganar, cuando no ganas, te deja en cueros. Y máxime si tu gran rival sigue maravillando, y tú te sigues gastando una cantidad “galáctica” de dinero en jugadores más o menos “terrenales” y lesionados (Sahin –el menos terrenal de todos- o Altintop) o en otros, que ni en tres vidas seguidas podrán justificar semejante inversión (Coentrao)...

Todo el mundo quiere ganar. Si compites, todos quieren ganar, incluso, el que sabe que es altamente improbable. Pero cómo se llega a eso, es lo que diferencia a los grandes de los menos grandes, a los inteligentes de los menos inteligentes, y a los más egocentristas de los menos egocentristas.

No hablo de fútbol de taconcitos, cañitos y sombreritos, ¡no! Hablo de utilización de los recursos que tienes, y te hacen diferente a los demás, y mucho más poderoso al nivel del que marca la pauta (=el Barça), y por una extraña interpretación entre “caudillista” y servil ante los “sobrinos”, -casualmente, de tu misma nacionalidad y representante-, haces dejación y juegas a algo que no exprime todo tu potencial. Esto es lo que le está sucediendo a Mourinho y a su Real Madrid, y por aquí están empezando a haber “bajas de adeptos” dentro y fuera del vestuario, que el portugués ve como traiciones.

Lo que es evidente, no se puede ocultar ni siquiera por los palmeros de mi profesión que dan vergüenza ajena con sus argumentaciones intentando justificar lo injustificable, “dedos” incluidos. La prensa, incluso, la afecta y temerosa al régimen, ya se atreve, y por ahí, Mou, ya va a tomar conciencia real de la que se avecina. Porque vender, vende mucho para los medios de comunicación, pero siempre que le acompañen los resultados. Si no, la “gresca” permanente, alentada y jaleada por muchos, será la misma “herramienta” que usen para cuando pidan su dimisión. Estos “todojuzgadores” son los que forman parte de la misma manera de ser del portugués. Sí, esos que nunca fallan, que nunca se equivocan, que siempre tienen razón, y si no, “pues porque yo creía ¿?…” Sí, todo un ejercicio de coherencia, llevada al extremo, incluso, a costa de la verdad. Quien juega con fuego, se termina quemando, y Mou siente calor, como sus legitimadores.

No me olvido de la gestión de vestuarios de Mourinho. La tan admirada gestión de egos. La jugada del año pasado con Pedro León y Canales fue tan injusta y caprichosa, como la de este año con Lass que, sin hacer pretemporada y yendo de “enfadado y reivindicador de más peso en el equipo”, estuvo a punto de marcharse varias veces, no lo hizo, y en cuanto ha podido, el luso, le ha metido de titular indiscutible. Increíble y frustrante para el resto de jugadores. Esa extraña comprensión para con el francés, contrasta con el ninguneo de Arbeloa –el más mourinhista de todos hasta que le ha convenido-, Albiol, o el mismo Granero… Por no citar, la intentona con premeditación, alevosía y “calorina de julio” de quitarle el brazalete al capitán para dárselo a uno de los “sobrinos”, o el castigo a Iker Casillas por su llamada de decencia a Xavi y Puyol tras la Supercopa.

Por mucho que Mourinho, con la legitimación “todomadridista” de su presidente, se empeñe en crear fantasmas ajenos al Real Madrid, que “desean y trabajan por su mal”, según él, la realidad es que él mismo es el gran culpable de las grietas que se aprecian de forma meridianamente claras.

Mourinho se siente “traicionado”, y en clave interna, cuando ha visto reacciones de oposición en el vestuario se ha puesto a jugar a lo de “estaba de broma para motivaros y picaros en vuestro orgullo” (sic). Eso no cuela, ya. Y será cuestión de tiempo de que se le vuelva a ver la patita, y el conflicto le como a él y al equipo. Tampoco cuela lo de su madridismo. Ayer, en la Asamblea de Socios, hubo alguien que dijo (sic): “Mourinho es mourinhista, y NO MADRIDISTA”.

Si de un colectivo hablamos, y en este caso, del Club de Fútbol más importante del mundo, ¿cabe mayor traición que pensar en los intereses personales antes que en los de la institución, si especialmente la masa que sustenta a ésta, está rendida a tus pies, y eres el presidente “in pectore”’? Quien pueda responder que lo haga. Se me abren las carnes de pensar en el día uno después de Mou, aunque el Real Madrid es tan grande que, incluso, en ese caso, ya habrá generado anticuerpos para recuperar lo perdido que es muchísimo.

Fuente: diariodealcala.es
 
Arriba