Nadal también puede con el mejor Murray

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V.I.P.
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Cuando Andy Murray resolvió con una volea de derecha el punto más largo e intenso de un partido muy largo y muy intenso, el O2 depositó en él numerosas convicciones. Era la igualada a cinco en el desempate del primer set tras un peloteo que Nadal intentó romper mediante un 'drop' no suficientemente afinado. El escocés venía haciendo los deberes con el rigor que exige el más severo de los maestros. Un 91% de puntos ganados sobre el primer servicio, nunca más de dos puntos de su adversario cuando era él quien sacaba, la imprescindible serenidad, el grado justo de templanza y de soberbia. Con todo ello, se la estaba jugando en el 'tie break', porque Nadal, y esto ya no es noticia, exhibía en sus evoluciones la pulcritud de un rostro infantil: pétreo, inquebrantable, sabiendo contra quién jugaba y a qué. [Narración]

Murray rara vez te va de frente. Pincha la bola, la insufla vida de sopetón, sabe buscar el reverso del enemigo. Y saca mucho y bien. Pero nada resulta suficiente ante el hombre que ha ganado tres de los cuatro 'grandes' esta temporada y camina con bota de acero hacia el único de los torneos de máxima importancia que aún se le resiste. Acaba de vencer al escocés por 7-6 (5), 3-6 y 7-6 (6) después de un partido fantástico, lleno de alternativas, que pudo decidir con anterioridad si hubiera aprovechado la bola de partido que tuvo con 5-4 en el tercer set.

Jugará el domingo su primera final de la Copa Masters contra el ganador del partido entre Federer y Djokovic, que se miden a las nueve de la noche española. A esa bola, la que abandonamos en el párrafo que nos sirvió de arranque, respondió Nadal con un primer saque y una derecha ganadora. Punto de set. De inmediato, con la determinación de un especialista en superficies rápidas, tardó poco en ganar la red y culminar con una volea un primer parcial en el que casi todo había quedado dicho. Nadal rentabilizaba las dos únicas pelotas de ruptura, en el cuarto punto de lo que algún día se denominó la muerte súbita.

No lo fue aún para Murray, que se levantó incluso de la amenaza inmediata en el segundo juego del segundo parcial: dos bolas de 'break' para Nadal, las primeras en el tiempo 'reglamentario'. No las convierte y el partido vuelve a la partitura original. Es en el séptimo cuando al de Dunblane le llega su oportunidad. Tres de golpe. Tres bolas para quebrar en el impar que manda el manual. Las salva Nadal, pero el pelirrojo crea otra, y ésta sí, en esta ocasión logra entrar con el revés cruzado. Y mata. Lo celebra Alex Corretja en su 'box', le envía un gesto de coraje. Tiene por primera vez ventaja en la pelea. Se está dejando el alma. Sirve para 5-3. Corre tras una volea corta que dejó Nadal a un palmo de la cinta. Y la alcanza. Su gesto es un rugido.

La hinchada, tan tibia, correcta, tenísticamente británica, apenas puede contener el júbilo, aunque de salida fue Nadal quien se llevó los mayores decibelios de afecto, con la tribuna salpicada de algunas banderas españolas. El escocés vuelve a romper e iguala a un set. Transcurrida una hora y 50 minutos, está dispuesto a demostrar por qué ha sido capaz de ganar cuatro veces a Nadal en pista rápida, por qué fue él quien se apuntó la última victoria, el pasado verano, en las semifinales de Toronto, por qué quiere acabar por tercer curso consecutivo con la estrella del 4 en la solapa, por qué, con 23 años y aún sin un solo 'major' en su mueble, todavía merece la pena que esta gente, que cada verano busca en su raqueta la redención histórica en el torneo de Wimbledon, siga creyendo en él.

Nadal emite signos indudables de fatiga. Está 1-0 y 0-30 abajo ya en el inicio del tercer parcial. No sabe Murray buscarle la yugular. Tal vez luego deba arrepentirse de ello. No está muerto. ¿Le va a pesar ahora al anfitrión, cuando mejor le pintan las cosas, la cercanía de un éxito semejante? Sería la primera victoria contra Nadal en el Reino Unido, dejar atrás, al menos por un día, las dos derrotas en Wimbledon, en 2008 y el pasado julio. Nadal defiende el servicio, iguala a un juego y es él quien abre brecha a continuación.

Ingenuo, despistado, bisoño, el escocés casi regala el juego. Una doble falta, dos dejadas impropias, una ascensión precipitada hacia la red. Adiós, servicio adiós. Una ruina. Ahora es Xisca, casi recién llegada a la isla, quien propone alegría en la esquina de su chico. Hay motivo. Otra vez al mando. Ahora es Murray, dos horas y cuarto en la trinchera, el que parece demandar auxilio. Tendrá otra carta que jugar: 15-40 para igualar a tres. Pero ahí Rafa ajusta el punto de mira y sale del apuro con su servicio. Están sin reservas. Ya no es tiempo de 'winners'. Se sostienen. A Nadal se le va el primer punto de partido, con 5-3 y 30-40 envía largo un resto de revés sobre segundo servicio. 5-4. Ahora sirve para estar en la final. Derecha fuera y subida impropia a la red. Murray ha vuelto. 5-5.

Tercer set. Le toca servir. Sale de un punto de 'break' con un 'ace' y cierra el juego con otro, el número 21. Gana 6-5. Habrá 'tie break'. El último. El definitivo. Ha dominado Murray 4-2, pero ahora está arriba Nadal 6-5 en el desempate. Segundo punto de partido para él, al resto. Murray se va a la red y el passing del español se queda en la malla. 6-6. Derecha ancha de Murray. 7-6. Tercer punto de final. Primero al servicio. Derecha invertida a la esquina. Inalcanzable. Ha vuelto a ganar. Tres horas y once minutos. Ha ganado cinco puntos menos que Murray, 109 por 114, pero ha jugado mejor aquellos que necesitaba jugar. Es el número uno del mundo. ¡Es finalista!
 
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