URDAIBAI Patrimonio de la naturaleza

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Experto
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Vista aérea de la zona del Urdaibai.



«Se trata de un escenario en el que el concepto de desarrollo sostenible es una realidad. Compaginamos la preservación de la riqueza ecológica que presenta el entorno con la evolución socioeconómica de las comunidades locales». Xabier Arana, director del Patronato que trabaja en la conservación de Urdaibai, se muestra satisfecho. Han transcurrido veinte años desde que el enclave vizcaíno fuera declarado reserva de la biosfera por la Unesco. «Y el martes, se cumplen quince de la aprobación, por el Parlamento vasco, de la ley que garantiza su protección y ordenación, algo de lo que pueden presumir muy pocos espacios en el mundo similares a Urdaibai», añade Arana. Lo que motiva la organización de actos conmemorativos. «Estamos inmersos en un ciclo de conferencias y, después del ve- rano, celebraremos el III Congreso Nacional de Biogeografía y las X Jornadas sobre Desarrollo Sostenible».

Situada a unos 35 kilómetros al noreste de Bilbao, dentro de la comarca de Busturialdea, Urdaibai es la única reserva de la biosfera de la vertiente cantábrica que se encuentra en la costa. Combina núcleos marítimos y rurales en un paisaje muy variado, integrado por playas –que se convierten en amplios arenales cuando baja la marea–, acantilados, pequeñas islas, empinadas cumbres y estrechos valles encajonados a sus pies.

Riqueza natural

Sin embargo, el cauce del río Oka, cuya desembocadura forma la denominada ría de Mundaka, actúa de eje sobre el que gira todo el área, que se extiende a lo largo de 220 kilómetros cuadrados, abarcando el 10% de la superficie de la provincia. Urdaibai incluye 22 municipios y acoge a casi 45.000 habitantes, «15.000 más en época estival, así que incidir en la educación ambiental y en la implicación de la población resulta fundamental para evitar la degradación de la reserva», aclara el director del Patronato.

Urdaibai atesora un valioso patrimonio biológico. La ría, con su estuario, supone un refugio ideal para las aves acuáticas en su proceso migratorio entre el norte de Europa y África. «Así lo reconoció la Unión Europea, que, en 1994, la incorporó a su red de Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA)», subraya Arana. El cormorán, la garza real, el martín pescador, el zarapito, el correlimo, el colimbo grande, el paíño común, el águila pescadora, la gaviota y la espátula son sus más asiduos visitantes, que utilizan las marismas como lugar de descanso e invernada.

En el medio terrestre, destacan el zorro, la garduña, el erizo, el jabalí, el gato montés, el turón y la gineta, «junto con otros mamíferos de gran interés como el visón europeo o el lirón gris. Sólo la fauna de vertebrados rebasa las trescientas especies». Su hábitat es, básicamente, el encinar cantábrico –que se reparte en mayor medida por la orilla derecha de la ría–, y un bosque muy cerrado y frondoso, compuesto también de madroño, aladierno y laurel, que facilita su supervivencia y que en Urdaibai suma más de 1.500 hectáreas.

Recuerdos del pasado

La reserva exhibe a su vez, robledales, densos eucaliptales, alisedas y pinares, además de vegetación propia de marismas y dunas como la espartina, el carrizo, la salicornia, el junco de mar, la manzanilla real, la verdolaga marina o el meliloto blanco. Ancestrales caseríos, rodeados de prados, cultivos y plantaciones forestales, se esparcen por todo el entorno, contribuyendo al mantenimiento del ecosistema.

La vertiente cultural y artística ocupa también un lugar importante en la reserva. El Museo del Pescador en Bermeo, ubicado en la antigua Torre de Ercilla, explica la vinculación que la zona ha guardado con el mar a lo largo de los siglos. En la ribera opuesta, próxima a Kortezubi, la cueva de Santimamiñe alberga arte rupestre del período magdaleniense (15.000 años a.C.). Los troncos que dan vida al Bosque Encantado de Oma, obra del artista Agustín Ibarrola, se esconden a una hora a pie del yacimiento arqueológico. Cerca de este punto, en Arteaga, se alza el castillo que la emperatriz María Eugenia ordenó reconstruir en el siglo XIX. Gernika-Lumo se encarga de llenar, con la Casa de Juntas, el Árbol y el Museo de la Paz, el espacio dedicado al simbolismo, la emoción y la memoria. «También hay que tomar en consideración estos aspectos, porque Urdaibai no es sólo un conjunto de hermosos parajes. Representa una muestra significativa de todo lo que el visitante puede encontrar en Euskadi: de sus tradiciones, historia, idioma, gentes y gastronomía».


Cuaderno de viaje

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Reservas de la Biosfera

Existen cerca de 450 repartidas por 90 países. En España, el número asciende a 24. Urdaibai es el único enclave de estas características en Euskadi. El 25% de su territorio está calificado como ‘área de especial protección’ y el Convenio RAMSAR, el más importante acuerdo internacional sobre conservación de humedales, incorporó la pasada década al estuario de Urdaibai a su lista de espacios de interés para las aves. El más próximo es el de las Bardenas Reales, en Navarra.

Posibilidades
La especial orografía hace de Urdaibai el marco idóneo en el que practicar deportes de aventura y actividades al aire libre, como surf, montañismo, submarinismo, escalada, vela, piragüismo, senderismo, orientación o mountain-bike. Constituye, además, un foco importante de turismo rural.

Más Información
El Patronato de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, realiza exposiciones permanentes en su sede: el Palacio Udetxea de Gernika. 94 6257125 .


Una ola caprichosa

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Mundaka es, pese a no aparecer en algunos mapas, una localidad conocida internacionalmente. ¿La razón? «Su ola de izquierdas es la mejor de Europa, y muy poquitas se acercan a su nivel en el resto del mundo», responde Zuberoa Andrés, responsable de comunicación de la Federación Vasca de Surf. «Aunque es un poco caprichosa, porque no se forma con la frecuencia que nos gustaría, ha convertido a Mundaka en un santuario para los devotos de este deporte. El pueblo está siempre repleto de extranjeros, que peregrinan hasta aquí con la única intención de pasar el mayor número de horas posible surfeando en su ola», mantiene Andrés. «Algunos de ellos abandonan todo lo que tienen en sus países de origen para instalarse aquí», asegura.

El estadounidense Michael Doobos ejemplifica lo apuntado por la portavoz de los surferos. Hace siete años, dejó familia y amigos en su Florida natal para residir en Mundaka, cerca de la ola de la que está «enamorado». Nadie mejor que él para detallar sus características. «Rompe de una manera perfecta, su longitud permite realizar muchas maniobras sobre ella y crea un ‘tubo’ bastante recogido, en el que te puedes introducir y disfrutar al máximo». Doobos equipara Mundaka con paraísos surfistas de la talla de Australia, Brasil, Hawai o Sudáfrica. «Un solo ‘tubo’ aquí vale más que coger cien olas en otra playa. Es un regalo, una maravilla. Queda grabado para el resto de tu vida».

No es el único que opina de esta forma. Han pasado cuatro años desde que la Federación Internacional designó a Mundaka como sede de la novena de las doce pruebas del campeonato mundial de la especialidad, reservado a los cuarenta mejores surfistas del planeta. Kelly Slater, que con seis títulos domina con autoridad el deporte de la tabla, sólo ha conseguido imponerse en Mundaka en una ocasión. Son los ‘caprichos’ que tiene esta ola.
 
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