Santuario de Arantzazu (Oñati). Con vistas al abismo

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Experto
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El santuario está a poco más de 9 kilómetros de Oñati, en Guipúzcoa, dentro del parque natural de Aizkorri-Aratz, 19.400 hectáreas de bosques y montañas de postal. Cuando subas en coche, te toparás a la vuelta de una curva con el muro que forman las peñas de Urrexola, al otro lado de una quebrada que no parece tener fondo. Es el prólogo del paisaje que admirarás al llegar a la explanada frente al monasterio. Allí es inevitable asomarse al abismo rodeado de crestas. Solo por esta visita el viaje merece la pena. Pero hay mucho más.

Conviene que te acerques a la oficina de información turística, en la misma explanada del parking, para documentarte un poco sobre el santuario, sobre todo respecto a las excursiones a pie. Después, es ineludible visitar la basílica porque, al fin y al cabo, Arantzazu es un santuario custodiado por una comunidad de franciscanos desde hace medio milenio. Si estuviste aquí de excursión escolar redescubrirás aquella iglesia ’rara‘, que también se lo pareció así a algunas autoridades eclesiásticas durante su construcción, a mediados del siglo pasado, lo que motivó parones en las obras y disgustos artísticos. Pero el tiempo pone las cosas en su sitio y el edificio ya se ha convertido en un clásico contemporáneo y da la sensación de que ha estado ahí desde siempre.

Más apóstoles que nunca

En la construcción del templo y su decoración intervino un conjunto muy heterogéneo de grandes creadores que incluyó a los arquitectos Sáenz de Oiza y Luis Laorga y a los artistas Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Nestor Basterretxea, Lucio Muñoz, Javier Álvarez de Eulate y Xabier Egaña. Curiosamente, el resultado de semejante cruce de creatividades es muy armónico. Al entrar el visitante pasará bajo los 14 apóstoles de Oteiza. La razón del número no canónico nunca fue explicada muy bien por el propio artista, que lanzó varias aclaraciones entre las que, por su sencillez, gana la de que en realidad son 14 porque no caben más.
La iglesia es grande y espaciosa, sin columnas, una gran nave cuya penumbra hace que el peregrino fije su vista en el ábside. Allí, en una hornacina abierta en el muro semicircular iluminado por un lucernario, se custodia la imagen diminuta de la Virgen que se apareció entre espinos -arantzak, en euskara- a un pastor, fenómeno religioso más común de lo que pudiera parecer en la baja Edad Media. Es obligatorio rodear la iglesia por fuera y subir hasta donde acaba la carretera asfaltada, rodeando la hospedería. Desde allí se domina todo el santuario desde el frente, levantado sobre las crestas de la montaña.

Después del templo es recomendable que visites al Parketxe, el centro de interpretación del Parque Natural, abierto recientemente en el edificio Gandiaga Topagunea, sobre el aparcamiento. Pero antes no está de más pasar por el Misterio, un pequeño edificio levantado en la ladera. No es una iglesia, ni un oratorio. Algunos lo han llamado recinto zen. Es un pequeño espacio fundido con la roca natural destinado a la reflexión, no necesariamente religiosa. Cada uno es libre de interpretarlo como quiera.

La exposición permanente del Parketxe presenta al visitante las particularidades del Parque Natural mediante audiovisuales, que van del mundo subterráneo de las cuevas de la zona al bosque y la montaña. El pastoreo, modo de vida tradicional de la zona, ocupa un interesante apartado, con testimonios sonoros grabados de los propios pastores, en euskera y castellano. Es una buena idea visitar este centro antes de lanzarse por uno de los senderos que recorren el Parque.

Sendero accesible

Si dispones de un solo día pero te apetece caminar un rato, de todas las excursiones a pie que se te proponen desde Arantzazu la más recomendable es la del camino adaptado de Gomiztegi, el primer paseo accesible de Guipúzcoa. Es un recorrido de 3,5 kilómetros preparado para sillas de ruedas y paseantes invidentes. El desnivel es mínimo, se desarrolla a una altura entre los 740 y 800 metros y requiere una hora de ida y la vuelta. El periodista, que es urbanita terminal, pudo recorrerlo sin dificultad alguna. El paseo parte de la ermita del Santo Cristo (siglo XVIII), situada sobre el Misterio, pasa junto al curioso caserío Peñakulo, construido junto a una roca en 1860, y el mirador del barrio de Arantzazu, lugar de foto panorámica obligatoria. Además, atraviesa un pequeño de hayas trasmochas, huella de la labor de los antiguos carboneros. Del bosque se sale a los pastizales de Gomiztegi hasta llegar a la Escuela de pastores, abierta en los 90.

OTRAS EXCURSIONES
Si vas a pasar más de un día en Arantzazu puedes optar por excursiones más largas. Es muy atractivo el llamado camino oculto, dos horas y media de caminata a lo largo de 7 kilómetros de sendero sin mayor dificultad, que parte de la carretera que rodea la basílica. El adjetivo ’oculto‘ no se refiere a ningún aspecto mágico, sino a que el recorrido discurre por barrancos y rincones menos visibles de la zona. Como curiosidad, el camino pasa por los campos de fútbol en los que jugaban los seminaristas. También se pasa por dos seles. ¿Qué es un sel? Pues un recinto pastoril de planta circular donde solía sestear el ganado vacuno. Y por supuesto es un muy buen plan subir al Aizkorri (1.528 metros). Atención, porque se trata de seis horas sumando la ida y la vuelta partiendo desde la carretera que rodea la basílica. Son 16 kilómetros de recorrido exigente que requiere llevar calzado de monte y que atraviesa el collado de Elorrola, las campas de Urbia, las chabolas de Arbelar y la ermita de Santa Cruz.
 
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