La Bandera de La Concha, para Urdaibai tras una nueva exhibición

Jinks

V.I.P.
La trainera de Urdaibai se exhibió también en la segunda jornada y conquistó la Bandera de La Concha


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Urdaibai
rescató ayer los titulares que la semana pasada le robó la madre naturaleza en la Bandera de La Concha. Acaparó todo el protagonismo. Puso su nombre a la galerna invencible que arrasa todo lo que se encuentra por delante. La trainera de Urdaibai colmó, en definitiva, de legitimidad su incontestable triunfo en la Bandera de La Concha.Con las condiciones meteorológicas en la Bandera de La Concha dentro de los parámetros que reclama una competición justa y fiable, Urdaibai sofocó desde la txanpa inicial todo amago de remontada de su única amenaza, Kaiku. La Bizkaitarra –José Luis Korta volvió a la trainera verde– sintió el efecto de la impotencia en lugar del de las alas voladoras en esa fase en la que le gusta marcar la tendencia de la regata. El GPS ignoró esta vez su intento de fuga. Un único segundo fue el triste bagaje de semejante derroche de energía.
Los sestaotarras no cesaron en su empeño en la Bandera de La Concha. Atravesaron el pasadizo de las aguas movedizas, entre el Aquarium y la isla, a 39 paladas, ocupando la calle dos de Donostiarra. Confiando en un despegue que no llegaba. Urdaibai no se inmutaba. A la par. A 36 paladas. Y lo peor. Con sensación de guardar una marcha más.
La metió a partir de la barra. Urdaibai exhibió su habilidad marinera a partir de ese punto donde, en otras regatas, se gira para volver. Aliado con la alta mar, Urdaibai sometió a su poderío las leyes de la naturaleza en la Bandera de La Concha. Puso a las olas en dirección contraria. Se deslizó sobre ellas ¡incluso hacia fuera! Dos, cuatro seis segundos... adiós. En los últimos trescientos metros de largo, los campeones llegaron a contar con ocho segundos de renta sobre Kaiku, donde las cabezas empezaban a correr más que las palas, a 36 pasadas bajo el agua por minuto.
Tras la prudente ciaboga, Urdaibai lanzó el chupinazo que marcaba el inicio de la fiesta bermeana. Gorka Aranberri, patrón de la tripulación, ejerció de txupinero. Miró hacia el escenario de las celebraciones y lanzó el cohete. Ahora a babor, hacia donde me lleva la ola, ahora hacia estribor, en busca de otra. Ahora pidiendo la aceleración de la cuadrilla, ahora solicitando calma. La trainera explotó de júbilo en la Bandera de La Concha.
El largo más largo del Cantábrico se le quedó corto. Un compendio de potencia, efectividad, elegancia, oficio y casta firmaron en la bahía donostiarra un manual de bogar en popare de poco más de nueve minutos y medio.
Kaiku, lejos de su mejor versión, con tres de los titulares en tierra y las opciones de Bandera ahogadas en el primer largo, se limitó a finalizar con dignidad, a 24 segundos. Tardó en volver lo mismo que Pedreña, otra embarcación sin motivaciones a la vista.



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La trainera de Hondarribia, segunda
De entre la seis embarcaciones afectadas por la galerna Urdaibai, Hondarribia fue la mejor. Ganó su tanda al más puro estilo Ama Guadalupekoa, con una remada asentada desde la primera txanpa, sin despuntar hasta esa fase de regata donde las maquinarias imperfectas empiezan a mostrar fisuras. Con paladas clónicas, largas y con finales redondos.
Los verdes volvieron a su intachable regularidad tanto con las olas de proa como en popare. Sólidos e infalibles a la ida, brillantes a la vuelta. Un eufórico Urdaibai mejoró sólo en cuatro segundos el segundo largo bidasotarra. La pugna con la pletórica vuelta de Tirán regaló a la afición un hermoso espectáculo que se condensó en menos de tres segundos.
No pudo estar a la altura de semejante pulso San Juan. Los rosas no encontraron su remada en la Bandera de La Concha por mucho que la buscaron. La entrega física les mantuvo en la pelea hasta los últimos dos minutos del primer largo, pero con la llegada de la fatiga, quedó en evidencia la ausencia de efectividad de las paladas sanjuandarras.
Donostiarra salvó el cuarto puesto en su enriquecedora y, sobre todo ilusionante, experiencia de la tanda de honor. Los 36 segundos cedidos ante San Juan y los 38 ante Pedreña marcan su paulatina aproximación hacia la élite. Una salida valiente de los de José Ramón Mendizabal Mendi, demostró que los complejos del remo donostiarra ya pertenecen al pasado mientras que el rendimiento de la cuadrilla durante el primer largo reflejó la progresión en el nivel de la trainera local.
La vuelta se hizo larga para la embarcación anfitriona, sin opción de coger olas, con el esfuerzo pasando factura. El reloj se escapó diez-quince segundos más de lo que hubiera deseado, pero la huella del paso quedó dibujada en el agua y, sobre todo, entre el público.


Fuente: ElDiariovasco

 
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