El falso lord acaba en la cárcel

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Experto
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Davenport junto a Jeremy Irons​


Si va usted a Google, teclea lord Davenport y pincha, en el buscador aparecerán docenas de fotografías de un apuesto caballero de ojos claros y sonrisa permanente posando con una inacabable lista de famosos. Cuando se hicieron esas fotos, a Edward Davenport le daban formalmente el tratamiento de lord y sus amigos le llamaban Eddie o incluso Fast Eddie. Si utiliza el zoom de su ordenador y escruta sus ojos más de cerca, verá que algunas de las poses destilan una cierta tristeza, como un mal presagio. Quizá porque en ese instante cruzaba por la mente de Davenport un pensamiento anclado en el mundo real: ni él es lord ni su riqueza se asentaba en negocios limpios.

Lord Eddie Davenport, el dandi que se ha fotografiado con tantos artistas y también algunos políticos, lleva un mes durmiendo en la cárcel porque es en realidad un estafador que vivía de prometer falsos créditos a empresas con problemas. El mundo de ensueño del hombre al que el Daily Mail atribuyó en su día una fortuna de 177 millones de euros y definió como "el soltero de ensueño" se ha derrumbado como un castillo de naipes. La celda de la cárcel que su majestad le ha destinado como vivienda durante los próximos casi ocho años tiene muy poco que ver con la mansión de 24 dormitorios en la que vivía hasta hace unas semanas, en el 33 de Portland Place. Una dirección de ensueño a tiro de piedra de Regents Park. La mansión parece un elemento central en la vida de Davenport y su necesidad de irradiar grandeza. Construida en 1775 por el arquitecto Robert Adam, "el número 33 de Portland Place está considerada una de las casas más grandiosas de Londres", asegura la página de Davenport. "Desde su espectacular hall de entrada, escalera y ocho magníficos salones hasta los 24 dormitorios, la casa es una obra maestra", añade.

La casa alojaba a la Embajada de Sierra Leona cuando Davenport la compró en 1999, cuando ese país atravesaba por una guerra civil. Según ha explicado él mismo, la adquirió por 50.000 libras (menos de 60.000 euros) y el compromiso de facilitar oficinas alternativas a la Embajada. Un precio de risa si se tiene en cuenta que ahora está valorada en unos 17 millones, lo que hace difícil creer que esa sea la verdad de aquella operación.

Sea como fuere la forma en que la adquirió, Davenport convirtió el 33 de Portland Place en el centro de su agitada vida social. Allí ofreció fiestas para gente de la farándula como Cher y Boy George y por ella han desfilado personajes como las modelos Kate Moss (que desfiló en el sentido literal de la palabra) y Naomi Campbell. Se ha utilizado para filmar escenas de El discurso del rey y películas con Johnny Depp y Rupert Everett. Ha sido escenario de sesiones fotográficas para revistas como Vogue, Esquire, Playboy, GQ, Vanity Fair, Dazed and Confused o Arena.

Pero todo eso es pasado. Como son pasado su mansión de Montecarlo o sus fotografías con el príncipe Alberto de Mónaco, Jeremy Irons, Hugh Grant, Anna Kournikova, Jean Claude van Damme, Simon Cowell, Mick Jagger, Ron Wood, Jon Bon Jovi, Victoria Beckham, Al Pacino, Paris Hilton, Jamie Cullen, Jude Law, Tommy Hilfiger, Cliff Richard y Sarah Ferguson, duquesa de York. Esas y otras fotos se pueden aún ver en su página web. Lo que no explica la página, llena de barrocas descripciones de los muchos logros de Davenport y con un árbol genealógico que se remonta a la primera mitad del siglo XVII, es que todo eso es el producto de una vida llena de fraudes, de una compleja red de falsas empresas que le permitía sacar dinero a compañías necesitadas de capital.

elpaís.com
 
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