El escepticismo: la duda como liberación.

Jinks

V.I.P.
La atención a lo que nos rodea proporciona información acerca de las cosas. Aceptándola como verdadera, el hombre y los demás seres sensitivos pueden moverse en su ambiente y proyectar con éxito la conducta futura. Se requiere, pues, confiar en el conocimiento para poder optar entre las posibilidades que se ofrecen y contribuir activamente a su realización, siempre problemática. En este sentido el saber ocupa una función vital básica si se le presta adhesión y conformidad.

El hombre no siempre está dispuesto a dar por buena la primera versión de las cosas. Cuando éstas se vuelve ambiguas o pierden su consistencia porque han sido desposeídas de la ilusión que les daba relieve y atractivo, comienzan las suspicacias y surge una actitud marcadamente negativa: la duda. Al dudar se acentúan los riesgos y los desengaños del obrar directo y confiado.Se descubre que los planes e ideales son falaces y que es más "económico" no comprometerse en nada. En una palabra, los hombres se vuelven escépticos. Este término significa caviloso, pensativo. Los antiguos usaban a veces la voz zetéticos, literalmente buscadores inquisitivos, como sinónimo. Ambos indican que los que dudan se abstienen de sentar una afirmación positiva y se limitan a referir su parecer subjetivo.

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El escepticismo antiguo fue fundado por Pirrón de Elis (siglo IV-III a. de J.C.), que había tenido conocimiento de las creencias y actitudes religiosas de los orientales. De ellos pudo aprender que la fuerza perturbadora de las sensaciones placenteras o dolorosas depende en gran parte de la adhesión que el sujeto les presta.Quien logra tener lo sentido por mera apariencia variable, puede conservar su impertubabilidad.

Pretendía Pirrón inculcar a sus discípulos esta actitud abstencionista. El escéptico ha de asistir como espectador incrédulo al curso de los acontecimientos. Se ciñe a lo que aparece, pero no lo confirma, no asegura que sea una realidad. La abstención de juzgar se denomina epokhe, y el no proferir opinión alguna aphasia. De este modo nada le altera. Vive como en un sueño. Siente, claro está, las impresiones de su cuerpo, pero como afecciones exteriores, algo que pasa a un acompañante transitorio. Las tolera, pero las tiene a distancia.

En sus diálogos, Pirrón hacía ver que la mayoría de los pesares del hombre proviene de imágenes amenazadoras o de ilusiones descabelladas a las cuales confiere valor de realidad. Si las reduce a lo que efectivamente son, a saber, producciones inconsistentes de su fantasía, consigue superar temores y esperanzas, y recuperar la tranquilidad perdida.

A mediados del siglo III a de J.C., el escepticismo se fundió con los seguidores de Platón y quedó constituida la llamada Academia Nueva, representada eminentemente por los dos jefes de escuela Arcesilao de Pitana y Carnéades de Cirene. Este último introdujo las nuevas doctrinas en Roma.

La filosofía habría de tomar como modelo a Sócrates y su método. Oponiéndose al dogmatismo de los estoicos contemporáneos, los nuevos escépticos partían de que el filósofo es el primero que sabe que no sabe y que convence a sus interlocutores de que lo que ellos creen saber son igualmente débiles opiniones.

La primera dificultad para poder asegurar que una proposición es verdadera es que no hay criterio o señal firme de su verdad: cualquiera que aceptemos debe, a su vez, estar afianzado en un criterio anterior que lo justifique, y éste de nuevo, con lo cual hay que retroceder constantemente en busca de nuevos fundamentos. O bien los asertos valen solo porque se justifican entre sí, en un conjunto inseguro. El argumento negativo que acabamos de indicar tuvo gran resonancia y fue denominado dialelo, ya que expone como las proposiciones no pueden dejar de apoyarse unas en otras (di'állelon).

Sin embargo, hay pareceres más aceptables que otros. Si no se puede afirmar que sean verdaderos, al menos se pueden admitir como probables. Se distinguen porque no encierran contradicciones, coinciden con otros pareceres sentados anteriormente y dan una situación conjunta del objeto o de la situación. Las opiniones probables son persuasivas, convencen. Otra cosa es que pretendan aproximarse a la verdad.

El escepticismo tuvo amplia difusión en Roma. Sus mas conocidos defensores fueron Enesidemo Agripa y Sexto Empírico. Este último escribio unas Hipotiposis Pirrónicas que sistematizan todos los argumentos escépticos.

En el curso de su larga evolución, el escepticismo fue progresivamente dejando de ser una actitud humana adoptada en vistas a la conducta y a la felicidad, para convertirse en una doctrina teórica sistematizada.

Francisco Goma Musté, catedrático de la Universidad de Barcelona.
 
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