A Telecinco se le han fundido los cables con Pablo Herreros. Cuatro pruebas irrefutables

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V.I.P.
Telecinco quiere meterle un paquete a Pablo Herreros y ese mismo paquete va a estallar en manos de la cadena de Berlusconi. Porque está claro que a sus directivos se les han fundido los cables, los plomos y los repetidores. He aquí cuatro pruebas irrefutables:
  1. Han revivido innecesariamente un problema que perjudicó la imagen de la cadena ante la opinión pública. Tanto es así que obligó a un cambio de programación y a pedir disculpas a todos los anunciantes. ¿Qué gana Telecinco recordando aquel patinazo que cometieron? Si ustedes mismos, señores de Telecinco, ya pudieron comprobar que un simple bloguero consiguió torcerles el brazo, ¿por qué pretenden ahora convertirlo en un héroe? ¿Acaso creen que su audiencia ya no recuerda quién es Antonio del Castillo, Pablo Herreros o Jordi González? ¿Ni siquiera alcanzan a intuir que todos los medios (porque en este mercado no operan ustedes solos) trataremos de reflejar la opinión de Pablo Herreros, y que muchos estaremos de acuerdo con él en este aspecto? Ustedes, que siempre han sido tan pragmáticos, por encima de cualquier otra consideración moral, ¿no han reparado en este detalle tan evidente?
  2. Telecinco está posicionada desde hace mucho tiempo como una cadena sensacionalista. La “cadena amiga” no se ganó el apelativo de “Tetacinco” por casualidad. Aunque ya no existen las mamachicho, sus ondas están impregnadas de la vulgaridad berlusconiana. Bien es cierto que muchos de sus profesionales a lo largo de estos años han tratado de adecentar esta imagen. Tan cierto como que tampoco han conseguido revertirla. Telecinco ya lleva más de veinte años en España y todos sabemos lo que es y lo que representa. Cambiar esta imagen es tan complicado que causa una lógica indignación su intento de castigar ahora a un simple ciudadano, el cual sólo señaló con el dedo lo que el sentido común de la audiencia también reconocía desde hace tiempo. Conclusión: los espectadores sentimos como propias las invectivas de Telecinco contra Pablo Herreros. De ahí la reacción en Twitter y en redes sociales.
  3. Telecinco parece olvidar que el boicot es una herramienta de protesta en una sociedad democrática. ¿Acaso creen son los únicos? Un boicot se hace por cualquier cosa, con mayor o menor razón. Hay gente que no compra cava catalán. Otros no acuden a restaurantes que se niegan a celebrar bodas de homosexuales. Otros no quieren ver Cuatro TV porque en unos de sus programas cocinaron a un cristo. Hay ecologistas boicotean a las empresas que venden pieles; hay chinos que se niegan a entrar en negocios japoneses, incluso norteamericanos que han llegado a boicotear a las patatas fritas francesas… Señores de Telecinco: ¿en qué mundo viven? La gente hace lo que le da la gana, y está en su perfecto derecho. Incluso aunque no tenga razón. La misma sociedad que conecta con Terelu o que compra los productos que anuncian en sus programas, es la que se molestó por aquella entrevista tan repugnante de La Noria. No hay conspiraciones. ¿Tan difícil es de entender? Quizá les convenga reflexionar que detrás de su audiencia no sólo hay consumidores. También hay personas, con inteligencia y voluntad. Y libertad.
  4. Desde el punto de vista de la opinión pública, cualquier sentencia de este contraataque legal de Telecinco está abocada al fracaso, tanto si los tribunales dan la razón a la cadena como si ocurre lo contrario. Si los tribunales castigan a Pablo, éste quedará ante todos como una víctima del poder mediático y del oligopolio televisivo. Si por el contrario queda vencedor, la audiencia reconocerá en este bloguero al David que tumbó a Goliath con una honda llamada internet e impulsada con la fuerza de la indignación popular.
Conclusión: Telecinco me recuerda a Froilán, en la medida que sólo se está pegando un tiro en el pie (una vez más). Desde que la SER echó a Paco González con cajas destempladas, medida que sólo sirvió para perder anunciantes y para reflotar a un competidor casi hundido, no recuerdo mayor torpeza en el mercado de los medios españoles.
No le faltaba razón a Einstein con esa frase que le atribuyen: “Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. De lo primero no estoy tan seguro”.

Fuente: La Información
 
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