Un clásico con cuentas pendientes

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V.I.P.
Los que saben de esto aseguran que la Copa de Europa, la de toda la vida, no empieza hasta que llegan las eliminatorias. La afirmación cuadra perfectamente si uno de los partidos de octavos de final es un Milan-Barcelona. Los rossoneri viven una etapa de transición, pero precisamente llevan esa camiseta, la roja y negra que define muchas cosas. Es el Milan, un gigante de Europa, con el que el Barça tiene cuentas pendientes a pesar de los últimos duelos.
En la Champions cuentan los escudos y los de Allegri llevan en el pecho el de un equipo sempiterno, campeón de Europa hasta siete veces. Si ese emblema hablase sentaría cátedra. La quinta se la ganó al Barcelona, pero no fue una final cualquiera. En Atenas murió el Dream Team, aunque siga vivo en el espíritu de este Barça.
Aquel día, el Milan de Fabio Capello, el hombre que perfeccionó lo que había hecho Sacchi, le metió cuatro al equipazo de Cruyff, que dos años antes había ganado su primera Champions. Allí, cerca del Partenón, se derrumbó el que era el mejor Barcelona de la historia.
Messi e Iniesta resuelven ecuaciones
Esa noche, la más negra de la vida barcelonista, ocurrió en 1994. Mucho tiempo después, el Barcelona ha arreglado las cuentas, aunque no ha llegado a humillar a su rival en una final de la Copa de Europa. Tras ese drama muchas veces se han visto las caras y casi siempre se la ha partido el Barça a su enemigo, aunque nunca con suficiencia.
El año pasado Milan y Barça se vieron hasta en cuatro ocasiones, dos en la fase de grupos y en los cuartos de final. Los italianos tenían a Ibrahimovic, pero mordieron el polvo en el Camp Nou después de no moverse el resultado inicial en San Siro (0-0). Messi e Iniesta (3-1) despidieron a un Milan que había empatado en Barcelona (2-2) y perdido en casa (2-3) en el aperitivo.
Giuly se cuela en San Siro
Tras lo que pasó en Atenas, el Barça perdió y ganó al Milan en los primeros meses de competición, pero no se vengó de aquello hasta la temporada 2005/06, la que coronó al Barcelona de Ronaldinho en París. Un pase maravilloso que remató Giuly fue el único gol de la eliminatoria. Suficiente y directo al cuello.
Antes de todo eso, una batalla en la Recopa y otra en la Supercopa de Europa. Fue el preludio de un enfrentamiento que define el fútbol continental. Milan y Barcelona se merecen un capítulo en la Biblia de este deporte.

Fuente: Marca
 
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