Messina revive sus pesadillas en el Palau

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V.I.P.
Un guión ya conocido. Un inicio arrollador del equipo que posee el dominio psicológico y estadístico sobre el otro, que anota sin fallo, desde fuera y bajo el aro y que defiende con todo hasta sacar los complejos del rival. El otro, acobardado y sin respuesta, en un deja vú, inmerso en un trauma que ya ha vivido en más de una ocasión y que le persigue en los últimos años (9-1 en los últimos diez enfrentamientos)

Es la historia interminable de un Regal Barcelona - Real Madrid que cierra el año ACB mostrando nuevamente que la diferencia entre uno y otro aún es abismal. El resultado devuelve al Barça el liderato y al Madrid al psiquiatra, en busca de la solidez que le permita ganar en Vitoria a la vez que en Charleroi y no caer por enésima vez en Barcelona con estrépito. La última en la Supercopa, fue de 34. Esta de 20, pero la diferencia entre ambos no hace falta medirla en puntos.

Sin varias de sus pesadillas en forma de jugador en la pista (Mickeal y Basile), y con Navarro mermado, el Madrid confiaba en su victoria en Vitoria y en su sangre nueva (Suárez, Sergio Rodríguez, Fischer...) para dar un golpe en la mesa en una fecha muy dada a olvidar los malos momentos y hacer nuevos propósitos.

Lakovic hizo de Mickeal. Navarro, de Navarro

Fue Lakovic (17 puntos) el que cogió el papel de protagonista, siempre secundado por los otros cuatro blaugrana que pisasen la cancha en cada momento, ya fuese Grimau, Lorbek, Perovic o Morris, cada uno en su momento. Navarro (14 puntos) tampoco falló ante su rival predilecto y la diferencia, en poco, subía de cinco a diez puntos, y de 15 hasta los 17 puntos, límite al que se llegó en el primer cuarto, cerrado con 28-15.

Y lo demás, sobró, ya estaba dicho. El Madrid mejoró en ataque, pero nunca el cerró grifo en su aro y, a pesar de leves acercamientos, siempre caminó muy lejos del Barça. Lejos en el juego, en lo psicológico y en definitiva, en el marcador. No ganó ninguno de los tres parciales restantes (21-19, 25-21 y 21-20) demostrando que nunca se repuso al golpe inicial. Tampoco hubo arranques de raza, con Reyes y Llull, capitanes de ello, con la cabeza gacha. Sólo Fischer cumplió con lo esperado de él.

Daba igual que Navarro se fuese al vestuario cinco minutos tras chocar con Ricky, que éste siga en un gris preocupante, que los fichajes del Barça, Ingles y Anderson, no sean la panacea (al segundo es pronto para valorarle), o que Tucker enchufase dos triples seguidos. Nadie vislumbró reacción, ni el propio Messina, que cada vez que acude al Palau disminuye su cotización como uno de los mejores entrenadores del mundo.
 
Gracias por la info Archi, son momentos muy buenos para todas las disciplinas del Barça justo ahora que el hockey no carrula. Un abrazo y Feliz Año 2011(Y)
 
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