Encuentran muerta a una mujer de 72 años en su casa con signos de violencia

usuaria2010

Experto
EFE, Madrid


Una mujer de 72 años ha sido encontrada muerta en su domicilio, maniatada y con signos evidentes de violencia, después de que un familiar diera aviso esta tarde de que la mujer llevaba varios días sin dar señales de vida, según han informado a Efe fuentes de Emergencias Madrid y policiales.

Tras forzar los bomberos la puerta del domicilio, situado en el número 8 de la calle Gaztambide, en la cuarta planta, los equipos médicos del Samur han encontrado a la mujer que podría llevar varios días sin vida, según las mismas fuentes.

Fuentes de la Jefatura Superior de Policía de Madrid han informado a Efe de que la vivienda, situada en la cuarta planta del edificio, se encontraba revuelta, mientras que el cadáver se encontraba en posición boca abajo y maniatado a la espalda.

La mujer es propietaria de un restaurante italiano ubicado junto al portal del inmueble del que posee prácticamente la mitad en propiedad, según un empleado del restaurante "Casa Marco", que esta tarde permanece cerrado.

Emergencias Madrid ha recibido la llamada de aviso poco antes de las tres de la tarde, tras lo que se ha puesto en marcha el habitual dispositivo sanitario y de bomberos.

Al presentar el cadáver signos de una posible muerte violenta, los servicios sanitarios no lo han tocado y han puesto el caso a disposición judicial para que se inicie la investigación.

El juez ha entrado sobre las 17.30 horas en el inmueble de seis plantas, donde ha permanecido unos veinte minutos y ha salido sin hacer declaraciones a la prensa que se encontraba a la entrada del portal al que no se le ha permitido el acceso, tras lo que personal de los servicios funerarios han acudido al lugar de los hechos.

El empleado del restaurante propiedad de la fallecida ha manifestado a Efe que llevaban sin saber de ella varios días, por lo que pensaron que podría estar enferma, aunque vieron que la luz del piso estaba encendida.

No obstante, a los empleados del restaurante les extrañó que la propietaria no hubiera pagado a la mujer que acude habitualmente a limpiar el domicilio.

La fallecida no tenía hijos ni pareja, vivía sola y han sido los vecinos los que han alertado primero a un familiar que ha sido quien ha llamado a Emergencias Madrid, ha añadido el empleado.
 

Jinks

V.I.P.
La trágica fortuna de Amalia Gans

Hallan muerta, atada y amordazada en su piso de Argüelles a la rica y anciana heredera de un fundidor alemán



Amalia García Gans era una mujer austera, seria, reservada y solitaria. Heredera de un elevado patrimonio inmobiliario atesorado por su abuelo materno, un industrial de origen alemán que aterrizó en España en el siglo XIX y creó la primera imprenta de Madrid, no hacía ostentación de su riqueza. Quien no la conociera no podía imaginar el tamaño de su fortuna.

Menuda, no muy alta y de cabello oscuro, vivía sola, en la cuarta planta de un inmueble de su propiedad, situado en el número 8 de la calle de Gaztambide, en el barrio de Argüelles (Moncloa-Aravaca), donde ayer apareció su cuerpo sin vida y con signos de violencia. Amordazada e inmovilizada con cinta de carrocero, la misma que le atenazaba el cuello, fue hallada justo en la entrada del inmenso piso, de unos 300 metros cuadrados, detrás de la puerta y con las manos atadas a la espalda.

En el cadáver, aún ensangrentado y con evidentes signos de descomposición, se apreciaban golpes en la cabeza, según explicó su hermano Gerardo, tras identificar a la fallecida. No se conoce aún si fueron los golpes los que provocaron su fallecimiento o recibió algún disparo de bala o cuchillada, ya que, por la posición del cuerpo —boca abajo, en el suelo del pasillo— no se pudieron apreciar. Tampoco se sabe si pudo perecer asfixiada o estrangulada, dado que, al parecer, presentaba algunos moratones en el cuello. Será ahora la autopsia la que determine con exactitud la causa del óbito.

El bolso, junto al cadáver


La hipótesis inicial que se baraja es la del robo, dado que la casa estaba totalmente revuelta; aún así no se descartan otros móviles, habida cuenta de las circunstancias en las que se encontraba el cuerpo. La puerta de entrada de la vivienda, que ocupa la cuarta planta en su totalidad, no estaba forzada, por lo que todo apunta a que el autor o autores del crimen sorprendieron a la mujer cuando iba a entrar o salir (junto a ella se encontraba su bolso) o bien que se tratara de alguien conocido. Era desconfiada y de pocas relaciones sociales. «Aquí todo el mundo sabía lo que tenía, pues nuestra familia es muy conocida en la zona. Medio barrio de Argüelles era de mi abuelo» Richard Gans, subrayaba su hermano Gerardo. Impasible ante los dramáticos hechos y sin reaccionar aún ante el triste final de su hermana —«con la que no me hablaba, de hecho me fui de aquí para no coincidir con ella y vendí el edificio de enfrente»—, fue él quien avisó al 112, alertado por los vecinos, que llevaban varios días sin verla.

«El 14 de septiembre aparqué en su puerta a las 12.30, justo cuando ella entraba en el portal», precisó. Los vecinos la empezaron a echar en falta el domingo pasado. «Empezaba a oler mal en la escalera y en su vivienda estos días siempre se quedaba encendida una luz», explicó uno de ellos. La última pista que hizo sospechar a los residentes en el edificio sobre la suerte de su casera fue el comentario de su empleada de hogar, indicó Marco, quien regenta desde hace una década el restaurante italiano situado en los bajos del bloque propiedad de la difunta. «Nadie tenía las llaves de su piso, por lo que había ideado un curioso sistema para pagar a la mujer de la limpieza: le dio una copia de la llave del buzón y ahí le dejaba el dinero». Esta semana no lo hizo y no respondía, por lo que la inquietud aumentó ayer.

Fueron los bomberos los encargaron de abrir la puerta, mientras que los sanitarios del Samur no pudieron hacer otra cosa que certificar el fallecimiento. Sin manipular el cadáver, avisaron de inmediato al 091. Los ocupantes del bloque, en su mayoría jóvenes estudiantes, contemplaban desde sus ventanas, atónitos, a la Policía y a los curiosos congregados bajo el portal. «Amalia vivía aquí desde hace unos 50 años, siempre iba arreglada y peinada de peluquería, pero era muy discreta», indicó una conocida. «Venía a desayunar y apenas hablábamos. Era muy joven para morir. Es una pena», decía la encargada del bar situado en la acera de enfrente.

«No quería vivir con nadie»


El inmueble aledaño a ese local también era de Amalia, «al igual que el de Princesa, 65, 66, Altamirano, 4... Medio barrio de Argüelles era propiedad de mi abuelo», fundador de la primera tipografía de Madrid, afirmó Gerardo. Sobre el posible intento de robo, aseveró: «Tenía un sinfín de propiedades, dos coches que no conducía en dos plazas de garaje que no usaba...; pero en la casa, creo que poco. Nunca trabajó y no quería vivir con nadie. Estaba soltera y era la pequeña».

La historia de una familia rica rota por una herencia

La historia de los García Gans es la de una familia dividida por rencores y herencias, al más puro estilo de un folletín de principios de siglo XX. La muerte de la matriarca de la familia, Amalia Gans, en 1992, abrió la caja de los truenos entre sus cuatro hijos. Se abrió una brecha que dejó a dos de un mismo lado, Gerardo y Ricardo (este último falleció en 2005), y a Amalia y José Antonio del otro. Éste, ayer, ahogaba el lamento en una infusión tras conocer la triste noticia de la muerte de su hermana. Cómo serían de malas las relaciones fraternales que Gerardo aseguraba ayer que abandonó el barrio de Argüelles por no verla.

Una fundición tipográfica histórica

La fortuna de los García Gans se remonta al abuelo paterno, Richard Gans. Llegó a España en 1874 como representante de varias fábricas europeas. Mantuvo entonces contactos con las empresas periodísticas y editoriales, lo que le propició los conocimientos necesarios de la primera técnica del sector. En 1878 creó un centro importador de artilugios de artes gráficas y tres años después creó su propia fundición tipográfica. La primera rotativa de ABC, muy famosa y la más avanzada de la época, la fabricó la marca de Richard Gans. El primer local donde se instaló estaba en la calle de Campomanes, 10; luego pasaron a Villanueva, 22, más amplio. Hasta 1886 no llegaron a Princesa, y en 1911, a Altamirano.

Fuente: ABC
 
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