El vaquero con alma de conquistador

usuaria2010

Experto
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Hoy se cumplen 50 años de la muerte de Gary Cooper, que embaucó al público con su carisma y su presencia física​

Cuando el cine era aún mudo y de una violencia golosa, que requería para las peleas ventanas hechas de láminas de caramelo y muebles de yuca que partieran bien en las espaldas de los tipos duros, irrumpió en la escena un chaval ingenuo, inocente y tan flaco que tenía que ponerse cinco camisas para aparentar. Se llamaba Frank Cooper, había nacido en Virginia durante una tormenta eléctrica en 1901 y era una mezcla de caballero inglés y de pionero de Montana.

Frank se convirtió luego en Gary, del que hoy se conmemora el 50 aniversario de su muerte, y todo en su vida se rodeó de un halo de misterio que parece pertenecer a otro tiempo: «Era un caballero en un mundo que ya no respeta a los caballeros», dijo de él Ray Stricklyn, actor con el que compartió escenas en '10 Calle Frederick' (1958). Protagonista ahora del libro 'Gary Cooper. El héroe americano', de Jeffrey Meyers, la estrella de la gran pantalla se convirtió en un ídolo en aquel primer Hollywood que apenas balbuceaba en el cine sonoro y su reinado se extendió con más de 100 películas hasta 1961.

Su belleza y su carácter le convirtieron en el amante más deseado, a lo que hay que sumar atributos mucho más destacables que su primera amante, la actriz Clara Bow, no dudó en hacer públicos: «La tiene como un caballo y es capaz de aguantar toda la noche». Al actor le compararon con los vaqueros pintados por Remington, y sin pronunciar una palabra dejó fuera de juego al público con su presencia física y su carisma en 'Alas', filme en el que aparece en una sola escena. En esa cinta dejó patente que acababa de nacer una estrella.

Andares rígidos

Su infancia le preparó, sin querer, para ser el Cole Hardin de 'El Forastero', el Virginiano o el Will Kane de 'Solo ante el peligro'. Jugaba a indios y vaqueros, buscaba puntas de flechas, guaridas de lobos y oro en Last Chance Gulch. Su primer trabajo, remunerado con un dólar, consistió en cazar y disecar dos pájaros que una amiga de su madre quería ponerse en el sombrero. Años más tarde se dedicaría a la 'caza mayor' de imponentes damas y de otras piezas junto su gran amigo Ernest Hemingway.

Unos andares rígidos y asimétricos, heredados de una lesión sufrida a consecuencia de un accidente de coche tras el cual le recomendaron seguir montando a caballo, y sus conocimientos de cowboy le abrieron las puertas del mundo de los especialistas. «Los años que trabajé llevando ganado me dieron un conocimiento que ahora me ayuda muchísimo cada vez que ruedo un western», reconocería él mismo años más tarde.

Fue esa sabiduría la que, en 1926, le brindó su primera oportunidad en 'Flor del desierto'. Llegó al rodaje como extra, pero a la vista de que un actor no podría acabar el trabajo, le hicieron una prueba en la que sólo tenía que agacharse a beber en un charco de agua. Gary, en lugar de los gestos aprendidos por los actores de teatro, antes de beber sopló sobre el agua para eliminar la capa de polvo formada en la superficie, aportando así una autenticidad que acabó por ser uno de sus rasgos distintivos.

«Su propio carácter e integridad brillaban a través de la imagen que ofrecía en la pantalla. Era muy probablemente el mejor actor de cine del mundo. Había llegado a dominar mejor que nadie todas las exigencias de la cámara. Poseía el sello de un gran actor», diría el guionista Carl Foreman tras ver su trabajo en 'Solo ante el peligro' (1952), filme que no sólo le reportó un Oscar sino también unos revolcones con Grace Kelly.

El amante

Dos años más tarde de aquel primer papel de 1926, Gary Cooper era una estrella y en 1933 ya ganaba seis mil dólares a la semana, algo impensable para aquel muchacho que pintaba tan buenos paisajes y que aceptó su primer trabajo en el cine para costearse un curso de dibujo. Pero, como él mismo confesó, aquella primera vocación se frustró porque «pasarse horas dibujando pacientemente para conseguir que una insignificancia llegara a ser impecable era pedir demasiado a un espíritu inquieto como el mío».

En todo caso, su amor por la pintura no cesó y su colección de arte moderno le llevó a entablar amistad con Picasso. Sería tras finalizar 'Ariane' (1956), cuando se conocieron en la Riviera francesa y se quedaron impresionados el uno por el otro. Habría que ver al genio español con el inmenso sombrero Stetson que el actor había usado en 'La exótica', armado con el Colt del 45 pegando tiros entre las palmeras de su villa francesa y poniendo cara de duro.

A pesar de la fama de mujeriego que jamás dejó de alimentar, Cooper se había casado en 1934 con Veronica 'Rocky' Balfe (Sandra Shaw), sobrina del director artístico Cedric Gibbons, el hombre que diseñó el Oscar y que el actor obtuvo por vez primera por 'El sargento York' (1941) y por última un año antes de morir, en reconocimiento a toda su carrera.

Desgraciadamente, lo que no consiguieron amantes tan persuasivas como Marlene Dietrich o Ingrid Bergman lo consiguió un cáncer que le echó el lazo para frenar en 1961 la vida de un vaquero capaz de desarmar a las lenguas más viperinas con una famosa frase tomada de 'El virginiano', su película favorita: «Cuando diga eso, sonría».
 

monacus

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Hola usuaria 2010 para mi uno de los mejores, fue uno de esos tipos a los que tras su nacimiento alguien llega y rompe el molde para que no hagan más como él, su vida fue intensa, aunque no larga, murió antes de tiempo como todos los grandes tipos. Consiguió el Oscar al Mejor Actor en los años 1941 (El sargento York) y 1952 (Solo ante el peligro), mientras que estuvo nominado en las ediciones de 1936, 1942 y 1943.
Un cáncer gástrico acabó con el Marshall Will Kane de Solo ante el peligro el 13 de mayo de 1961, a los 59 años, seis días antes de cumplir los 60.
 
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