El gran especulador. Historia de un pelotazo.

Jinks

V.I.P.


En la primera década de 1.600 había en España un Rey, con un Valido, pájaro de mucho cuidado, que dominaba el cotarro, pues al Rey lo que le gustaba era cazar, y los asuntos sin importancia (o sea todos) los dejaba en manos de su Valido. Éste, consciente de su poderío, como quisiese hacerse muchirrico a costa de los demás, idea nada original por cierto, pensó en una estrategia que le reportase pingües beneficios, y al efecto comenzó a adquirir terrenos en los alrededores de Valladolid. Una vez comprados solares y huertas, convenció al Rey de la necesidad de trasladar la Corte de Madrid a Valladolid (seguramente le diría que allí había más caza) y el Rey decretó que la Corte pasase a Valladolid.

Y como había que seguir al Rey para seguir obteniendo los favores del Valido, pues todos los mentecatos a Valladolid, y hala, a comprar solares y huertas del Valido (o de sus testaferros), a edificar casas y conventos y a desembolsar unos buenos dineros (todavía no se habían inventado las hipotecas).

Aquello duró pocos años, los suficientes como para que el Valido se forrase. Y como la ambición no tiene límites, pues pensó en hacer lo mismo pero al revés. Y empezó a comprar en Madrid las huertas y solares que habían vendido los cortesanos para irse a Valladolid (a precio rebajado, claro está) y convenció al Rey de que había que devolver la Corte a Madrid (puede que otra vez con argumentos cinegéticos). El Rey decretó que la Corte otra vez a Madrid, y hala, los cortesanos a recomprar solares y huertas en Madrid, a edificar nuevas casas y conventos, con nuevos desembolsos y perdiendo todo lo invertido en Valladolid. Nuevo forramiento para el Valido, y nueva ruina para los cortesanos.

En pocos años el Valido superforrado, los cortesanos medio arruinados, las casas y terrenos de Valladolid abandonadas, y todos descontentos menos el Valido y el Rey, que no se enteró de nada y siguió cazando como si tal cosa.

Aquel gran especulador, modelo a imitar por futuros y abundantes en nuestro país, era el Duque de Lerma. Y si alguien quiere saber por qué hay tantos conventos en Lerma, que se remonte a aquellos años y pregunte quién demonios y por qué hacía la pelota al Valido del Rey. Así se escribe la historia, bastante más sencilla de lo que nos han contado.

fuente: manzacosas

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El hombre más poderoso de España durante el reinado de Felipe III



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Fue paje de los hijos de Felipe II y caballerizo mayor del príncipe heredero quien, al ser proclamado rey, abandonó en él las riendas del poder a causa de su indolencia y de la confianza que Sandoval había sabido inspirarle. Ministro de Felipe III, en 1598 el Rey delegó en él el gobierno del Estado.


Era el de Lerma de escasas luces y cultura, ambicioso en extremo y carente de escrúpulos y a su vez estaba sometido a otros favoritos, el más famoso de los cuales fue Rodrigo Calderón.

Desde su cargo se dedicó a enriquecerse a expensas del erario público.


A la pureza y minuciosidad del tiempo de Felipe II sucedió el más espantoso desorden; vendió el valido los cargos públicos al mejor postor y el cohecho y los abusos se generalizaron. El traslado de la corte de Madrid a Valladolid y nuevamente a Madrid no obedeció sino a motivos de índole económica, beneficiosos para el privado y para el rey.
Su gestión dio rienda suelta a la corrupción generalizada.


Lerma fue el principal responsable de la desacertada política seguida en el interior y en el exterior que tanto contribuyó a la decadencia de España.

Sin embargo recibió apoyos por su política pacifista, favorecida por las circunstancias internacionales y el enorme costo de la política imperialista del anterior rey. La situación financiera del reino rozaba la bancarrota, mientras las riquezas del duque de Lerma y sus protegidos se multiplicaban. Se formó una fuerte oposición al valido, encabezada por la reina, Margarita de Austria, que logró la sustitución de este por su hijo, el duque de Uceda.

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Margarita de Austria


Barruntando su fin, el de Lerma había conseguido que el papa Paulo V le nombrara cardenal (1618), y hasta inició un cambio de conducta con la exigencia de responsabilidades a algunos altos funcionarios de Hacienda. Pero su suerte estaba decidida y el propio rey le despidió con la fórmula benévola de un permiso para retirarse a Valladolid o a Lerma (1618).

Cuando le fue concedido el cardenalato corrió por Madrid una coplilla que decía: Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España, se viste de colorado.

Tras la muerte de Felipe III, el nuevo ministro, el Conde-Duque de Olivares, abrió un proceso contra los responsables de la anterior administración. Lerma salvó la vida por su condición de prelado, pero fue desterrado a Tordesillas y obligado a devolver buena parte de sus riquezas.


Su disgusto fue tan hondo que falleció a los pocos días.[/OCULTAR TEXTO CON MOSTRAR]
 
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