Críticas de los estrenos de cine del 15 de julio

usuaria2010

Experto
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte II (Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2) *** (7).
Con su mundo paralelo asolado por la guerra, y sus afectos ya más equilibrados, los jóvenes magos Harry Potter (Daniel Radcliffe), Hermione Granger (Emma Watson) y Ron Weasley (Rupert Grint) prosiguen con su empeño por encontrar y destruir los “horrocruxes” que les faltan, para poder matar así al malvado Lord Voldemort (Ralph Fiennes), cada vez más ansioso de poder. Mientras tanto, en el mítico Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería se ha instalado la magia negra desde que lo dirige Severus Snape (Alan Rickman), el asesino de Albus Dumbledore (Michael Gambon). Todo apunta a que será precisamente allí el duelo final entre Harry Potter y Voldemort. Tras la cierta decepción de la primera entrega fílmica de “Harry Potter y las Reliquias de la Muerte”, el inglés David Yates (“The Tichborne Claimant”) dirige con mejor pulso la segunda parte de la adaptación de la séptima y última novela de la popular saga literaria, escrita por la también inglesa J.K. Rowling. El primer acierto de Yates ha sido condensar mejor la acción y no dilatarla innecesariamente, lo que se traduce en una mayor agilidad narrativa, sobre todo en la batalla final en Hogwarts, resuelta con unos efectos visuales muy espectaculares. Como en la novela, en el filme sigue dominando un tono más oscuro y sombrío, muy bien subrayado por la fotografía expresionista del portugués Eduardo Serra. Menos elogios merece el epílogo, respetuoso con el tono optimista y familiar de la novela, pero carente de su emotiva nostalgia. Todos los actores cumplen de nuevo en la piel de sus personajes, cuyos conflictos dramáticos y morales son bien cerrados por el guión de Steve Kloves, que intenta suplir la menor carga de humor y de sorpresas mágicas con una mayor atención a los personajes secundarios menos habituales, como Luna Lovegood (Evanna Lynch), Minerva McGonagall (Maggie Smith), Dolores Umbridge (Imelda Staunton) y, sobre todo, Neville Longbottom (Matthew Lewis). Desde luego, no cabe decir que culmine en punta esta popularísima saga fílmica, cuyas cuatro primeras entregas fueron claramente superiores —cada una, dentro de su estilo— a las tres últimas, casi al revés que en la saga literaria. En todo caso, esta película es un digno broche a un fenómeno mundial, que ha influido decisivamente en la literatura y el cine juveniles de las últimas dos décadas, sobre todo como nuevas “subcreaciones” —que diría J. R. R. Tolkien— o alegorías —que diría C. S. Lewis— sobre las grandezas y miserias que anidan en el alma humana.


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Betty Anne Waters (Conviction) *** (6,5).
Malcriados por su frívola madre en un hogar roto, hacia 1980, ya adultos, Kenneth (Sam Rockwell) y Betty Anne Waters (Hilary Swank) siguen siendo uña y carne en su pueblo natal de Ayer, Massachusetts. Pendenciero, casado y con una hija, él malvive de trabajos precarios tras acumular antecedentes penales de poca monta. Ella, felizmente casada y con dos hijos, trabaja como camarera en una cafetería. Pero entonces, una vecina, Catherine Front, aparece brutalmente asesinada. Una hosca policía, Nancy Taylor (Melissa Leo), se empeña en acusar a Kenneth del crimen; pero debe soltarlo enseguida por falta de pruebas. Pero dos años después, por los testimonios de su ex esposa Brenda (Clea DuVall) y de una prostituta, Roseanne (Juliette Lewis), Kenneth es condenado a cadena perpetua por aquel asesinato, del que sigue declarándose inocente. Entonces, su hermana Betty Anne, harta de la pasividad de los jueces ante sus apelaciones, toma la audaz decisión de licenciarse ella misma en Derecho para poder reabrir el caso y probar la inocencia de Kenneth. Tendrá la oportunidad de hacerlo cuando su hermano lleva ya 18 años en la cárcel. Y, en el camino, sacrificará su propia vida, pondrá en peligro la estabilidad de su familia y se enfrentará a un sistema que se resiste por todos los medios a admitir sus errores. Pero contará con la ayuda de otra abogada decidida, Abra (Minnie Driver), y de Barry Scheck (Peter Gallagher), líder de una asociación especializada en ese tipo de casos. Basada en una lamentable historia real, esta película supone la consolidación como director del actor Tony Goldwyn, que se había puesto tras la cámara en diversas series televisivas y en películas como “Siempre a tu lado” y “El último beso”. Ciertamente, su clásica puesta en escena resulta demasiado cercana al rutinario estilo de los telefilmes de sobremesa. Sin duda, Steven Soderbergh sacó mucho más partido a una historia similar en “Erin Brockovich” (2000). De todas formas, Goldwyn desarrolla con fluidez la odisea de Betty Anne Waters, expone con acierto sus críticas sociales y su exaltación de la fraternidad, y arranca varias secuencias de gran intensidad dramática. En este sentido, es clave su rigurosa dirección de los excelentes actores con que ha contado, todos ellos muy convincentes en la piel de sus personajes. Además, nunca carga la mano en los aspectos más sórdidos de la trama, e impulsa con vigor las diversas intrigas hasta el último minuto.


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Cirkus Columbia *** (7).
Bosnia y Herzegovina, 1991. Los comunistas han caído por fin, y Divko Buntic (Miki Manojlovic) regresa a la pequeña ciudad donde creció para reclamar la casa familiar. Tras veinte años autoexiliado en Alemania, el cínico y prepotente Divko irrumpe con su llamativo Mercedes rojo, su guapa novia Azra (Jelena Stupljanin), su gato negro de la suerte y los bolsillos llenos de marcos alemanes. El dinero y su primo Ivanda (Milan Strljic), recién proclamado alcalde “democrático”, ayudan a Divko a desalojar a la fuerza a su ex mujer Lucija (Mira Furlan) y al rebelde hijo de ambos, Martin (Boris Ler), que son realojados en un infecto apartamento municipal. A pesar de todo, Divko intentará ganarse a Martin. Pero la pérdida de su gato negro, los singulares meandros sentimentales de unos y otros, y la creciente tensión prebélica que asola el país les pondrán las cosas muy difíciles. Con su primer largometraje, “En tierra de nadie”, el cineasta bosnio Danis Tanovic ganó en 2001 el Premio al mejor guión en Cannes, y el Globo de Oro y el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa. Después, mantuvo un cierto nivel en “El infierno” y pegó un bajonazo en la fallida “Triage”. Ahora regresa al conflicto bélico que sacudió a su país en esta sólida adaptación de la novela homónima de Ivica Dikic. De nuevo, Tanovic demuestra la potencia visual y dramática de su puesta en escena, más bien hiperrealista, pero suavizada con ciertos apuntes surrealistas, que transforman la tragedia en tragicomedia, al tiempo que consolidan la localidad donde transcurre la acción como símbolo poderoso y abigarrado de toda la ex Yugoslavia, abocada fatalmente a la división y la guerra cruel por culpa de unos políticos corruptos y dominados por ideologías inhumanas y destructivas: comunismo, materialismo consumista, nacionalismo radical, racismo, fanatismo religioso… Y, frente a ellas, Tanovic reivindica la fe en el ser humano, en su capacidad de pedir perdón y ser perdonado, con el cariño familiar como cimiento de esos valores. En este sentido, su película deja un agradable regusto optimista, aunque nunca oculta las flaquezas y crueldades que también habitan en el alma humana. De todas formas, a la película le pesa un poco el tono rocambolesco y melodramático de la trama, ciertos excesos sórdidos y groseros, y un estilo interpretativo algo ampuloso, muy balcánico, que a ratos resulta histriónico. Estos defectos alejan un poco a los personajes del espectador, aunque no impiden varias escenas de notable intensidad emocional —con gozosos ecos de “Ciudadano Kane” y de los mejores filmes de Emir Kusturica—, así como un desenlace sencillamente magnífico, con “Casablanca” como punto de referencia.


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Nuestra canción de amor (My Own Love Song) *** (7).
Tras un grave accidente, la ex cantante Jane (Renée Zellweger) quedó encadenada a una silla de ruedas, perdió la custodia de su hijo Devon (Chandler Frantz) y refugió su amargura en un pequeño pueblo de Louisiana, alejada de su familia y amigos. Sólo mantiene la amistad con su incondicional admirador Joey (Forest Whitaker), un tipo cariñoso e infantil, con intermitente tratamiento psiquiátrico, que dice hablar con ángeles. Un día, Joey se entera de que Devon, ya con 10 años, ha invitado a su madre a su Primera Comunión; pero ésta ni siquiera había abierto la carta. De modo que la convence para que le acompañe al devastado Nueva Orleans post-Katrina, para asistir a la conferencia de Jeff Nofray (Richmond Hoxie), un famoso gurú religioso, experto en ángeles. Pero su intención final es llevarla a Memphis, Tennessee, donde vive Devon con sus abuelos paternos. Y, de paso, quizá animarla para que vuelva a componer y cantar bellas canciones de amor. Desconcierta un poco este octavo largometraje del francés Oliver Dahan (“Érase una vez...”, “La vie promise”), el primero que rueda en inglés y en Estados Unidos, y centrado también en el mundo de la música, como su anterior trabajo, “La vida en rosa”, su intenso “biopic” de la cantante gala Édith Piaf. Y desconcierta porque su previsible tono “country” —melancólico, novelesco y dramático— se rompe con frecuencia con fuertes insertos fantásticos, poéticos y hasta cómicos, más propios del jazz, entrelazados sobre todo a través de los personajes secundarios y, especialmente, de Joey, entrañable tipo humano, que parece sacado de alguna novela de la Generación Perdida; por ejemplo, “De ratones y hombres”, de John Steinbeck. Este cóctel debilita un poco la estructura narrativa de la película, y la torna un tanto irregular y episódica. Pero, a la vez, dota al filme de una magia singular y de una eficaz emotividad en su exaltación de la amistad, el instinto maternal, la capacidad de superación y la alegría de vivir a pesar de los pesares. En este punto, la película se aleja de muchos de sus referentes literarios y musicales, y opta decididamente por una luminosa visión del ser humano, muy de agradecer. Todo esto adquiere entidad fílmica gracias a la detallista puesta en escena de Dahan, a la generosa banda sonora de Bob Dylan y a las sensacionales interpretaciones de todos los actores, sobre todo de Forest Whitaker —magistral en su caracterización de Joey— y de Renée Zellweger, espléndida en la silla de rueda y en las diversas canciones que interpreta a lo largo de esta bella “road-movie”.

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El fin es mi principio (Das ende ist mein anfang) *** (6,5).
Casado con una mujer de fuerte personalidad, Angela Staude (Erika Pluhar), y padre de dos hijos, Folco (Elio Germano) y Saskia (Andrea Osvárt), el periodista y escritor italiano Tiziano Terzani (Bruno Ganz) —Florencia, 1938 - Orsigna, 2004— se ganó un merecido prestigio como corresponsal de prensa en Extremo Oriente. Sus últimos años los pasó con su esposa en una apartada villa del pueblo toscano de Orsigna. Cuando le diagnosticaron un cáncer terminal, decidió redactar con su hijo Folco un libro de conversaciones —de más de 400 páginas—, en el que relató su vida y su filosofía vital, muy influida por la no-violencia de Gandhi, diversas espiritualidades orientales y su desencanto ante el comunismo maoísta. Esta película recrea la redacción de esa obra al tiempo que describe la relación entre padre e hijo. Acierta Jo Baier (“Wildfeuer”, “Henri 4”) al dotar al filme de una puesta en escena serena y contemplativa, en la que saca brillo a los bellísimos paisajes de la Toscana italiana y se pone al servicio de sus excelentes actores, liderados por un Bruno Gaanz pletórico. De este modo, el cineasta alemán logra hacer digerible e interesante un guión muy discursivo, en el que se repasa casi todo lo divino y lo humano. Es en este punto donde flaquea la película, pues, junto a críticas certeras a los diversos materialismos modernos y postmodernos, se incluyen otras reflexiones más epidérmicas y discutibles sobre la religión y, en general, las dimensiones más espirituales del ser humano. Se agradece, ciertamente, la apertura a la trascendencia de Terzani, así como la honestidad intelectual de su búsqueda de la verdad y su estoica entereza ante el sufrimiento y la muerte. Pero resulta demasiado frío y distante su eclecticismo, poco receptivo al cristianismo, que reduce a una cita de la Madre Teresa de Calcuta. Tiene mucha más hondura y emotividad el breve saludo de su hijo Folco a una pequeña imagen de la Virgen cercana al hogar de su padre.


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Convención en Cedar Rapids (Cedar Rapids) ** (4,5).
Tim (Ed Helms) es un agente de seguros honesto y eficaz, pero extremadamente infantil, que vive en un pequeño pueblo de Wisconsin. Tras fallecer un compañero de trabajo, es elegido para representar a su compañía en una convención regional de mutuas, que se celebra en Cedar Rapids, Iowa. Allí debe ganar el Dos de Diamantes, un premio del que depende el futuro de su empresa. Pero el ambiente frívolo de la convención y las malas compañías dificultarán enormemente sus propósitos. Poco aporta al género esta alocada comedia en la que Ed Helms repite el bobo papel de casi toda su filmografía, sobre todo en “Resacón en Las Vegas” y “Resacón 2, ¡ahora en Tailandia!” El portorriqueño Miguel Arteta (“The Good Girl”) dota de un buen ritmo al tópico argumento, intenta no cargar la mano en lo zafio —sin demasiado éxito— y se esfuerza por dar una cierta entidad dramática y moral al plano guión de Phil Johnston. Pero, en general, el resultado es grueso y de escaso interés.

Cadenacope.es
 

Tize

Admin
Staff member
Gracias por la publicación e información.
De todos los films nuevos no hay ninguno que me interese, vi hoy por casualidad el tráiler de un nuevo film de Ben Affleck que me gustó mucho.
Dejo un trozo del mismo como parte de la crítica.


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The-company-men.jpg

Datos del film:
[OCULTAR TEXTO CON MOSTRAR]Película: The company men. Dirección y guion: John Wells. País: USA. Año: 2010. Duración: 104 min. Género: Drama. Interpretación: Ben Affleck (Bobby Walker), Chris Cooper (Phil Woodward), Kevin Costner (Jack), Maria Bello (Sally), Tommy Lee Jones (Gene McClary), Craig T. Nelson (James), Rosemarie DeWitt (Maggie Walker). Producción: Claire Rudnick Polstein, Paula Weinstein y John Wells. Música: Aaron Zigman. Fotografía: Roger Deakins. Montaje: Robert Frazen. Dirección artística: John R. Jensen. Vestuario: Lyn Paolo. Distribuidora: Tripictures. Estreno en USA: 21 Enero 2011. Estreno en España: 29 Abril 2011.[/OCULTAR TEXTO CON MOSTRAR]
 
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